Últimamente me he estado cuestionando la forma en la que le doy significado a las situaciones que vivo.
Me doy cuenta, que en ocasiones me encuentro cautiva por algunos pensamientos que me debilitan y que me impiden estar de forma espontánea en mi experiencia presente.
En ocasiones me recuerdan aspectos que no me gustan de mi misma, me anticipan escenarios catastróficos, me recuerdan errores del pasado y me califican de forma exigente.
Me descubro mirando de forma repetitiva y bajo el mismo lente, los temas que me preocupan de mi vida.
Como si estuviera atrapada en una realidad de la que no tuviera escapatoria.
En ocasiones, me sorprende que aquello que yo veo de mí es muy diferente a lo que otras personas me dicen ver.
¿Será que toda mi vida me la he pasado mirándome con un ojo estrecho? Pienso en el mito de Platón en donde el ser humano se encuentra encadenado desde su nacimiento en una caverna, dónde lo único que ve son sombras reflejadas en la pared, pensando que son la realidad.
¿Qué tan posible es conocerse a un@ mism@?
Cuando llevamos la atención hacia nuestra persona hay infinidad de direcciones hacia las cuales enfocar nuestra atención, pero en ocasiones tenemos el hábito de mirar de forma automática hacia el mismo lado conocido como si no tuviéramos otra alternativa. Creo que las personas podríamos equipararnos con esos juegos de luces navideñas que tienen diferentes colores, tonos, combinaciones y secuencias que van prendiéndose y apagándose de forma aleatoria. En ocasiones brilla un color y se hace figura, posteriormente se va al fondo y un nuevo tono aparece iluminado, captando nuestra atención hasta que se hace presente una nueva composición y la anterior vuelve al fondo. De esta forma, diferentes pensamientos, emociones, deseos y necesidades van haciéndose presentes para posteriormente volver al fondo a lo largo del día. En cada interacción, en cada momento y en el encuentro con diferentes personas, se activan y emergen diferentes partes nuestras. Si intento definirme, tendría que poner la atención de forma deliberada en unos aspectos de mi persona y dejar otros en el fondo.
En ocasiones, puedo describir quien soy, hablando sobre mi físico, sobre mi forma de ser, sobre mi forma de comportarme y de relacionarme.
Puedo hablar de aspectos de mi persona que me agradan, que me hacen sentir orgullo, que me generan paz interior "soy una persona generosa"
También puedo nombrarme con aquellas características que no me gustan, que me duelen o que incluso me avergüenzan "soy una persona egoísta" Puedo recordar aquello que me han contado y que he escuchado sobre cómo soy. "Eres divertida" "Eres seria". La mirada de l@s demás puede abonar en los aspectos de mi persona que me gustan o en los que rechazo. Puedo identificarme con mi profesión, con mis recursos económicos, con mi estilo de vida, con mi familia, con mi relación de pareja y/o hijos, con mi sexualidad, con mi forma de vivir la espiritualidad etc.
Hay momentos donde nuestra parte luminosa se hace figura y en otras ocasiones aparecen con fuerza nuestros colores más obscuros.
Al poner la atención en un aspecto de nuestra persona o en alguna circunstancia de nuestra vida comenzamos a darle existencia e influye en la construcción que hacemos de nuestra realidad. Nuestra forma de mirar, de percibir e interpretar puede estar matizada por aquellos temas inconclusos de nuestra vida, por aquellos introyectos sobre nuestra persona y el mundo que nos rodea, por aquellas experiencias obsoletas que tuvieron su función en algún momento de nuestra vida pero que se han convertido en formas crónicas.
Creo que es importante tener la oportunidad de revisar aquellas ideas y creencias sobre nuestra persona, e identificar cuáles de ellas ya no son vigentes en la actualidad, cual ha sido la función de mantenerles en nuestra vida y elegir nuevos ángulos y direcciones desde los cuales explorarnos.
Al tomar conciencia de la forma en la que las personas que nos rodean han influido e influyen en nuestra forma de experimentarnos y de percibirnos podemos entender mucho de lo que nos decimos sobre nuestra persona.
Me parece esperanzador, saber que siempre tenemos la posibilidad de elegir hacia donde enfocar nuestra atención, que la mirada de las demás personas nos puede ayudar a completar la nuestra, que tenemos la elección de ignorar ese disco rayado que nos puede perseguir día con día, que no somos nuestros pensamientos y que tomando conciencia de nuestra respiración, de nuestro cuerpo momento a momento, podemos conectar con quien realmente estamos siendo en el momento presente.
Psic. Teresa Salgado Borge
Psicoterapeuta Gestalt
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